Como ya comenté en la primera parte de esta entrada, tenemos a Diana muy fané y descangayada con una novela erótica entre las manos nacida del ron y el no ver el mundo exterior durante varios meses. Una novela que era un poco demasiado porno para una editorial centrada en romance LGBT, un poco demasiado lésbica para una colección erótica habitual y un poco demasiado guasona para una línea histórica. Sabía que tenía potencial, porque al fin y al cabo la fórmula había convencido a los editores de la anterior colección, pero me venían a la cabeza las portadas de esa y otras colecciones eróticas y no estaba cómoda. Sabía que mi producto se apartaba de esa línea y, sin embargo, estaba mucho más cerca de lo que podría ser la oferta de Ediciones Babylon: un texto multierótico de esencia friki que se lee mejor apoyado por ilustraciones.
Y al fin y al cabo, no tenía yo una minieditorial para nada. Así que me dije: aprovecha esta oportunidad, publica un libro que crees que merece la pena publicar y así descubres cómo es montar un crowdfunding y trabajar mano a mano con una imprenta local. Además, seamos sinceros: tú nos sales más barata que nadie, perra.
Comencé a buscar ilustradores que quisieran participar en el proyecto. Al principio, pensé en reclutar a tres, porque mis amigos ilustradores andan siempre HASTA ARRIBA DE CURRO y es difícil retenerlos durante mucho tiempo. Sin embargo, aquello demostró sobre el papel no solo ser más complicado para todos (comunicarse lleva mucho tiempo y los proyectos creativos requieren una comunicación muy estrecha), sino económicamente inviable. Como una artista se desmarcó por motivos del hastarribismo antes comentado, acordé con las otras una solución salomónica: una se ocuparía de la ilustración de cubierta (a color), y la otra, de las ilustraciones del interior (en blanco y negro).
¿Quiénes eran estas ilustradoras? La primera, Sara Pérez, a quien conocía de oídas a través de Rocío Vega (que participó en Cuando calienta el sol) y de su webcómic Chrysalis. Me gustaba su forma de dar expresividad a los personajes y creía que su estilo había evolucionado muchísimo desde los inicios. Cuando contacté con ella, me alegró que conociera ya la historia de Mary Read y Anne Bonny y que tuviera ganas de leer más sobre ellas: ¡eso significaba que estábamos en la misma onda!
La otra ilustradora era Faye, a quien no conocía de nada, pero me llamaba mucho la atención su mundo loco de mujeres con orejas largas, oscuros secretos y posturas a lo Milo Manara en sus dos webcómics. Me puse en contacto con ella a través de Gurrupurru. Faye no conocía la historia, pero… TETAS Y PIRATAS. Para ella eso ya era un aliciente. Lo que quería decir que, una vez más, parecía que estábamos en la misma onda. 😉
Consideré otras opciones, pero el hecho de que Faye y P’rez fueran comiqueras y que las dos se sintieran cómodas dibujando escenas sugerentes o eróticas era importante para mí. Quería que entendieran la novela y que les gustara lo que iban a dibujar. Aunque yo vaya por la vida como si todo el mundo dibujara, escribiera o consumiera distintos tipos de porno, me he topado con personas que no me han vuelto a mirar igual desde que he sacado el tema. No quería trabajar con alguien que viese lo que hacíamos como algo oscuro y sórdido.
Una vez las cosas comenzaron a marchar con las ilustradoras, había que detallar más la campaña de crowdfunding y sus recompensas. Los números son una mierda, pero en buena parte se reducen a solicitar presupuestos y comparar las distintas ofertas. El problema era que, a poco que me descuidara, cambiaba una celda en Excel y la cantidad mínima del crowdfunding pegaba una subida astronómica. He tenido que hacer más recortes que los gobiernos europeos en los últimos años. Yo quería un libro en tapa dura. ¡JA, JA, TAPA DURA DICE!… Vale, tapa dura no, pensemos en rústica. Y un póster de tamaño… ¡JA, JA! ¿DE QUÉ TAMAÑO?… Venga, va. Más pequeño. Y los gastos de envío. Dios, los muy terribles gastos de envío. Por si no fuera bastante el dolor de manipular cada libro uno a uno, viene esto a recordarte que mucho «pero si hoy vivimos en un mundo digital» y hostias, pero las cosas todavía hay que llevarlas de un sitio a otro en camión o en barco. Y eso cuesta dinero.
Por suerte existen los stretch goals. He intentado mantener el objetivo del crowdfunding dentro de lo razonable y todo lo que me encantaría añadir, pero no puedo, ha ido a stretch goals: será lo que haremos si superamos una determinada cantidad de dinero. En realidad, no es tanto: una vez conseguido el objetivo, solo hay que vigilar que aumente proporcionalmente la tirada. Curiosamente, hay una recompensa que ha llamado mucho la atención y que por eso me he esforzado por mantener: el espectáculo erótico de piratas con cena y fiesta. Lo cual demuestra que incluso entre la gente más lectora, estas cosas… mira, que yo equivoqué el oficio, ya lo sé.
El eslabón más débil del crowdfunding es quizás el «bueno, ¿y esto a quién se lo cuento y por qué va a importarle?». Como todo el mundo sabe, yo estoy medianamente dotada para la escritura y vergonzosamente infradotada para las labores de comunicación y ventas, aunque poco a poco voy mejorando (lo segundo). Ya tengo una lista de contactos y un plan de comunicación para todas las semanas. Sé que de esto podría depender el éxito o el fracaso de la campaña: sí, muchos seréis mis conocidos, otros los de Faye, otros los de P’rez, algún alma caritativa se paseará por la plataforma y otro despistado tropezará en el botón de poner dinero; pero el éxito masivo depende del público que no conocemos y de la ayuda que nos den los grandes difusores de contenido. Así que soy consciente de que tengo que quitarme la vergüenza y echarle morro. Y toda la ayuda que nos podáis echar vosotros en este sentido, propuestas, sugerencias, etc., también es increíblemente valiosa.
La fecha prevista de inicio del crowdfunding piratil es el 7 de septiembre de 2015 el 9 de noviembre de 2015 (actualización). Apuntadla bien en el calendario. A partir de ahí, todo es posible. Me veréis muy atareada durante treinta o cuarenta días, pero si sacamos esto adelante, tendremos una experiencia valiosísima y un producto que merece la pena. Lo bueno de estas cosas es que la segunda vez siempre es más fácil, y la tercera más fácil aún. Café con Leche podría valerse de más crowdfundings para sacar otros libros que de otra forma nos costaría demasiado editar. Y al final, de eso va nuestro proyecto literario.
Gracias por adelantado. 🙂